El teniente coronel Jorge Becerra Valderrama, médico ortopedista y traumatólogo del Ejército Nacional, ha convertido el camuflado y su bata médica en una extensión de su corazón.
Con casi 23 años de servicio, el coronel Becerra ha salvado muchas vidas, como la del sargento Lara, herido por una granada. Gracias a su intervención, logró estabilizarlo y devolverlo con vida a su esposa y sus dos hijas. "Eso no se olvida nunca. Uno siente que también es padre de esas familias que hoy pueden abrazarse otra vez", afirma con la voz entrecortada, mientras su mirada parece revivir aquel momento.
Una de las familias que hoy puede celebrar el Día del Padre gracias a su labor, es la del sargento retirado Luis Alberto Lara, quien expresa su profunda gratitud. "Yo no estaría aquí si no fuera por él", dice conmovido.
Lara fue gravemente herido en un atentado terrorista en La Macarena, Meta, por un artefacto explosivo improvisado. Incapaz de respirar y en estado crítico, fue atendido por Becerra y su equipo. Gracias a la rápida intervención, lograron estabilizarlo y trasladarlo a Bogotá, donde completó su recuperación. "Él les devolvió el papá a mis hijos. Nunca podré agradecerle lo suficiente", señala el suboficial, quien hoy disfruta de la vida junto a su familia.
Médico por vocación y militar por convicción, el coronel Becerra considera que ha asumido un "doble sacerdocio", pues ambas misiones exigen entrega, sacrificio y, en muchas ocasiones, largas ausencias del hogar. No obstante, cada minuto junto a sus hijas, Isabella y Camila, y su esposa, lo vive con la intensidad de quien comprende que el tiempo en familia es el verdadero lujo.
Desde el inicio de su carrera ha trabajado de cerca con soldados heridos, acompañándolos en cirugías, monitoreando su recuperación y compartiendo con ellos el camino hacia una segunda oportunidad. "Los soldados son un ejemplo de vida. La fuerza con la que enfrentan las heridas, físicas y emocionales, conmueve el alma. Muchos no imaginan lo que ellos sacrifican por el país", afirma con un tono de esperanza.
Uno de los episodios que más lo ha marcado fue la intoxicación de un grupo de militares en San Vicente del Caguán, donde un soldado perdió la vida tras consumir un pan envenenado. "Pudimos salvar a los demás, pero ese dolor no se va. Cada caso deja una huella, porque detrás de cada uniforme hay una historia, una familia, unos hijos esperando en casa".
Para el coronel Becerra, la mayor recompensa es ver el abrazo entre un soldado recuperado y su familia. "Esa escena tiene vida, tiene gloria. Es cuando uno siente que cumplió con su deber".
En este Día del Padre, envía un mensaje a todos los papás militares: "Gracias por formar con amor a sus hijos, por no perder la motivación y por enseñar con el ejemplo. Aunque muchas veces estén lejos, sus familias los sienten cerca y se enorgullecen. Ustedes están formando a quienes transformarán este país".
Autor: prensa – Ejército Nacional